miércoles, 18 de junio de 2014

Viaje en el 2014 a los pueblos de la Raya 4: Monsanto y su "castelo"

El "monte-isla" de Monsanto
Vista de Monsanto desde el "castelo"
La jornada de tarde la dedicamos a visitar Monsanto y su castillo. Es una localidad muy turística (aldea histórica de Portugal), considerada “la más portuguesa de todas las aldeas”, que destaca por el enclave de sus casas entre grandes bolos de granito. Con múltiples miradores desde donde se divisa un bello paisaje.


La subida al castillo, con interminables cuestas, fue toda una escalada, con continuos encuentros con rocas de granito, a las que la erosión ha dado formas caprichosas.


En lo alto de la mole granítica de Monsanto, a 758 metros de altura sobre el nivel del mar según indica su punto geodésico, los templarios construyeron una fortaleza inexpugnable, integrado por grandes murallas de piedra y cuatro recintos defensivos. Un castillo que jamás fue conquistado y que hoy, siete siglos más tarde, es el símbolo del poder alcanzado por los caballeros de la Orden del Temple en Portugal. Las vistas que se disfrutan desde lo alto del baluarte de Monsanto son espectaculares: se contemplan la Sierra de la Estrella, el Valle del Tajo, la Sierra de Gata e incluso, en los días claros, la Sierra de Gredos situada a más de 150 km de distancia.


Se trata de una fortaleza de gruesas y graníticas paredes con cuatro puertas en forma de arco y grandes contrafuertes que albergan una gran cantidad de misterios en su interior. La edificación contiene muchos ventanucos y huecos en las paredes que resultan enigmáticos. 


Cerca del castillo, donde se hallaron restos del culto al antiquísimo dios lusitano y prerromano Endovélico, los templarios construyeron una capilla dedicada a San Miguel –que actualmente es el patrón de Portugal– exactamente donde se pueden aún contemplar unos curiosos túmulos excavados en la roca. Más bien parecen piscinas de piedra donde se realizaba algún tipo de ritual.

En la bajada, fuimos parándonos en sus tiendas artesanales, con mujeres vendiendo las típicas marafonas, hasta agotar existencias.
Texto: Petri Colmenero

Marafona y adufes
Marafonas
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